jueves, 1 de julio de 2010

Thuron y Maly

Thuron se guardó su pequeño telescopio en el bolsillo y salió de su casa.
Caminó un pequeño tramo y estuvo frente a una casa muy rara, con partes de maquinas saliéndole por todos lados.
Thuron se acarició la barba y tocó el timbre. Un fuerte rugido recorrió la casa, pero se apagó rápidamente.
Pudo oír algo tras la puerta, cerradura que se abrían y fierros que se movían.
La puerta se abrió de golpe, cegando a Thuron por unos instantes
Cuando se acostumbró a la luz, pudo ver a un pequeño gnomo, con una calva cabeza y largos bigotes blancos
-¿Listo para irnos, Maly?-le preguntó Thuron, sin dejar de acariciarse la barba.
-¡Claro que sí!-le respondió el gnomo, saltando fuera de la casa y cerrando la puerta tras el.- ¡He estado esperando esto por mucho tiempo!-
Emprendieron camino por el largo sendero de tierra que servía como calle.
Caminaron varios kilometros, hasta que no pudieran ver nada de luz aparte de la de la luna.
-Creo que este es el puesto apropiado, Thur-Le dijo Maly, y empezó a desempacar cosas de su mochila, un mantel, un telescopio, varias botellas, etc.,
-Tranquilo Maly, que las estrellas no se van a ir.-le dijo Thuron con una sonrisa al sentarse a un lado.
Pasaron las horas, las botellas estaban vacías y ambos compañero exploraban los cielos tirados sobre el mantel, empezaron a hablar sobre como gastarían la fortuna si descubrieran una nueva estrella
-Así que, Thur, ¿es cierto lo que dicen?-le pregunto el gnomo-¿Es cierto que hay seres que viven allá arriba?
-No creo que sean nada más que pájaros, Maly.-le respondió Thuron con un bostezo, sacó su reloj de bolsillo y se sorprendió al ver que ya eran las 4 de la madrugada
-Yo sí creo, Thur, yo creo que hay seres que nos observan día y noche.
-no me vas a decir que te estás volviendo religioso, verdad Maly?-le preguntó Thuron, rascándose la cabeza-lo que nos faltaba ¡un científico religioso!
-Tan solo digo que hay un ser o seres que nos miran, Thur, pues me ha parecido ver ojos cuando me pongo a investigar los cielos
-Mira Maly, ¿ves esa estrella fugaz?-le preguntó Thuron, señalando una línea blanca que rayaba el cielo-te aseguro que no hay ningún ser que la controle.-
-eso no es una estrella fugaz Thur, es demasiado grande, parece mejor un cometa.
-¿cómo que demasiado grande?
Thuron volvió la mirada al cielo, tan solo para sorprenderse de que lo que antes creía que era una estrella fugaz ahora era 20 veces más grande.
-¿Que demo...?-Thuron quedó boquiabierto por un segundo, pero reaccionó al instante.- ¡Meteorito, Maly, y viene hacia acá!
Maly no se movía, como hipnotizado por el resplandor del meteorito, cada vez más cerca, cada vez más rápido.
-¡Maly, muévete!-le gritó Thuron, pero al ver que este estaba a punto de ser aplastado por el meteorito, corrió hacia él y logró empujarlo a un lado.
El impacto alzó una gran nube de humo, Thuron se había pegado en la cabeza y Maly tenía un tobillo torcido, pero no tenían nada grave.
Lograron ponerse de pie e intentaron ver a través de la nube de humo, pero no podían ver más allá de sus narices.
-¿Sabes cuánto nos darán por un simple pedazo de roca, Maly?-preguntó Thuron emocionado-¡¡¡podríamos venderlos cada uno a 500 monedas de oro!!!
Thuron empezó a correr hacia la zona que había sido impactada, pero el polvo no lo dejaba ver muy bien, y tropezó con una roca, cayendo de pecho en la tierra.
-¿Thuron, estás bien?-preguntó la voz de Maly a través del polvo.
-Si, solo fue un golpe, le respondió levantándose-ya estoy bien, ya estoy...
Thuron quedó con la boca abierta, delante del estaba un muchacho, justo en medio del cráter.
Maly cayó al igual que Thuron y lo distrajo por un segundo, pero al levantarse ambos observaron al joven.
El polvo empezó a disiparse y amos pudieron ver mejor al muchacho.
La larga cabellera negra le llegaba hasta los anchos hombros, su piel era de un extraño color gris, pero lo que más les llamó la atención fue el extraño color gris de su piel.
Además, llevaba sobre los brazos una figura acurrucada, la cual tenía unas grandes alas blancas de águila saliéndole de la espalda.
-¿Donde está el cometa?-preguntó Thuron, aún asombrado por la presencia del joven y la figura en sus brazos
-Creo Thur-le respondió Maly.-Que ellos SON el cometa.-
Thuron tardó un poco en entender lo que le acababa de decir su compañero, y cuando lo entendió abrió los ojos como platos.
El joven, que los había estado observando durante todo esto, no les dio mayor importancia y empezó a caminar fuera del cráter, con paso lento pero firme.
-¡Hey, espera!-le gritó Thuron, que se había levantado de un brinco, pero el joven no se detuvo.
Maly, ya levantado, se ocultaba temeroso tras su compañero.
Alcanzaron al joven pero, antes de que siquiera pudieran agarrarlo, quedaron tiesos al ver los que llevaba en brazos.
Una joven, realmente joven, de impresionante belleza, largos cabellos negros como la noche y vestida con una simple túnica plateada. La joven se encontraba inocente y, por lo que pudieron apreciar, estaba herida gravemente en la cabeza.
-Un ángel-dijo Maly en un suspiro.
El joven volteó a verlos algo molesto por la interrupción, pero siguió su camino.
Avanzó unos cuantos pasos, se detuvo y se flexionó sobre su abdomen.
Thuron y Maly quedaron atrás, pendientes de las acciones del joven, y este, con un feroz rugido, desplegó dos grandes alas de murciélago, hasta ese momento ocultas, de su espalda.
Los dos compañeros saltaron hacia atrás por la sorpresa y por poco no cayeron de nuevo en el cráter.
El joven se agachó, tomó aire e, impulsándose fuertemente dio un salto al aire, agitó sus alas y empezó a volar.
Thuron tenía la mandíbula dislocada por culpa del asombro y Maly no dejaba de sobarse los ojos.
El joven ya empezaba a perderse en la noche cuando los dos amigos reaccionaron y corrieron tras él.
-¿eh, Thur?-le preguntó Maly, aguantando la risa.
-¿Si, Maly?-le contestó Thuron, sorprendido por oír de nuevo la voz de su amigo.
Maly se paró un segundo, le apuntó al joven y rió antes de volver a correr tras él:
-¡Te lo dije!-





FIN