miércoles, 30 de noviembre de 2011

POR FAVOR, LEAN ESTO ANTES DE CONTINUAR

La siguiente historia se cuenta en 10 partes, les recomiendo que bajen hasta el capítulo 1 y empiecen desde ahí, aunque si quieren aplicar la rayuela y leerlo en desorden por mi no hay problema.

Capítulo 10 "Epílogo"

Incluso los animales carroñeros más viles y glotones saben cuando ya no se le puede sacar provecho a un cadáver. Cuando lo único que queda son un montón de huesos secos y astillados, listos para ser devastados por el viento y el tiempo.
El punto final arrancó el último indicio de vida en la blancura del esqueleto. Los dedos alzaron el vuelo y se retiraron a la inmensidad, buscando otro viajero dispuesto a ayudarles a escribir otra historia.
Pero no habría otra historia como esta. Nunca se había, ni nunca se contaría relato como el de un joven enamorado que se enfrentó al demonio por su amada y ganó en la lucha.
Julián dejó de escribir. Sus ojos registraron su obra, sus manos acariciaron su cara, sus pies amaron el suelo.
El cuerpo del diablo permanecía detrás de él. Lleno de moretones y heridas que habían dejado de sangrar hacia ya unas horas. No quedaba indicio de vida en aquel monstruo. Julián había ganado.
Vio el cuerpo de su enemigo y, como el escalofrío al tocar las baldosas heladas del baño después de una ducha caliente, la realidad le pegó a Julián Vásquez.
Todo era una estúpida mentira.
No había engañado al diablo, el diablo lo había engañado a él.
Regresó la mirada a la pantalla de la computadora. Los buitres lo miraban.
Hundió la cara entre las manos y empezó llorar.

FIN

Capítulo 9 "Clímax"

Julián lanzó un grito de ira y se abalan...
Perdón, aún no llego a escribir esa parte de la historia, pero ésta maldita máquina quiere saber como acaba; por favor olviden lo que acaban de leer, le quitaría emoción.
Ella cruzó el portal de la escuela cual Dante andante. Pero el Virgilio que la esperaba dejaba todo hecho cenizas.
Julián vio las marcas del demonio en su cuerpo, vio las quemaduras que sólo podrían sanar con el toque de su mano.
El río de gente la hundía y la sacaba de su vista. Pero Julián podía sentir donde estaba, podía guiarse hacia ella con los ojos cerrados.
Se sumergió en la gente, nadó hacia ella con fuerza y, al salir junto a ella, la tomó del brazo y ambos salieron a la orilla, con la arena caliente quemándoles las suelas de los zapatos.
-¿Qué crees que estás haciendo?-Julián le exigía respuestas, respuestas que sabía ella contestaría con lagrimas y súplicas de perdón-¿Por qué me haces esto?-
Ella lo miraba estupefacta, como si no reconociera el idioma, como si el pesar en su corazón fuera tan grande que no quisiera aceptar su culpa. Se soltó del agarre de Julián y dio un paso atrás.
-¿Es que ya no me amas?-Julián preguntaba con enojo, su rostro empezaba a deformarse en ira.- ¡Respóndeme!-
Ella se lanzó al río y se alejó de Julián, el cual estaba abatido ante su pensamiento de que el pesar en el corazón de ella la hacía huir para no enfrentar sus hechos.
Pensó en seguirla y estaba a punto de hacerlo, cuando el olor a azufre emergió del aire. Ahí, al otro lado de la calle, el demonio esperaba una vez más, con una sonrisa burlona sobre el rostro.
La recibió con un fuerte abrazo y así se la llevó, mientras ella, víctima de un fuerte hipnotismo, se acurrucaba en su pecho.
Todo se volvió ceniza alrededor de Julián, pero él ya no era el mismo de antes. Lo siguió, los espió y, cuando ambos entraron por las puertas de lo que parecía el infierno en la tierra, Julián esperó afuera.
Esperó durante bastante tiempo. Su mente vaciló por libros y canciones, por películas y pinturas, todo estaba girando en la cabeza de Julián Vásquez. Pero justo en el centro de la tormenta se encontraba, inamovible, el pensamiento de ella y la necesidad de hacerla única e inquebrantablemente suya.
No supo cuanto tiempo pasó, pero ya era de noche cuando la vio salir y escapar hacia una avenida repleta de sombras. Pero no la siguió a ella. En ese momento tenía que encargarse de otro asunto.
Se acercó a las puertas infernales y, en un arrebato de valentía o estupidez, tocó el timbre.
El diablo estaba parado frente a él, el espantoso aroma de azufre ardiendo le quemó la nariz.
El diablo le habló con una risa burlona. Le contó que lo había visto los días anteriores, que ella le había contado todo, que no sabía si tenerle compasión o burlarse de él.
Julián escuchó impasible, rechinando los dientes y, cuando el demonio empezó a decir tonterías de cómo todo era un invento absurdo, Julián cerró el puño de su mano derecha.
La boca del demonio se abrió una vez más:
-Todo es una estúpida mentira-.
Julián lanzó un grito de ira y se abalanzó contra él.
Ambos descendieron dando tumbos hacia el abismo.

Capítulo 8 "Conflicto"

La alarma del despertador resonó todo el trayecto desde la cómoda a un lado de la cama de Julián hasta hacerse añicos contra la banqueta que se veía por la ventana.
No había razón para levantarse, ya no había razón para siquiera despertar y tener que soportar un día gris, monótono, aburrido y, más importante, sin amor. Un día como todos los demás en el futuro de Julián Vásquez.
Ya no le era suficiente su presencia lejana, ya no le bastaba con verla.
Quería besarla, abrazarla, hacerla suya y no dejarla ir.
Para ello, Julián consideraba que el único método de llevar a cabo estas fantasiosas ideas era haciendo lo que jamás había hecho. Iba a tomarla de las manos y a contarle todo lo que sentía por ella, seguramente así ella vería la magnífica persona que tenía delante y quedaría locamente enamorada de él. No podía fallar, en las películas siempre funcionaba.
Dedicó toda la mañana en recrear los hechos del día anterior. En recordar su sonrisa, el calor de sus dedos, su voz. Y estos recuerdos lo llevaron a pensar en el demonio, ese ser de inigualable maldad el cual había atrapado entre sus garras y sus pezuñas a lo único por lo que valía la pena vivir.
Lentamente el odio fue llenando el cuerpo de Julián Vásquez.
Levantó bruscamente el colchón, tumbándolo de lado, sacó el mural de fotografías escondido bajo este.
Desplegó todo el mural sobre una pared, cubriéndola casi por completo.
Tomó cinta adhesiva y pegó los extremos, redecorando su cuarto con lo que debería de haber estado en las paredes desde hace mucho tiempo.
Allí estaba ella, frente a él, tan perfecta, tan inocente, tan deseada. Sintió un fuerte deseo por ella, por su cariño, por su cuerpo. No la quería compartir con nadie más.
Días después de este incidente, agentes de la ley entraron a fuerzas al cuarto de Julián, para descubrir la pared de fotografías y, pintadas sobre ellas con gruesos trazos de tinta negra, tres palabras “ELLA ES MÍA”.
Pero, regresando a la historia en curso, Julián metía tres dedos en un frasco de tinta y manchaba las fotografías que tanto había adorado. Algo estaba cambiando dentro de Julián, y él intentaría cambiar a todo lo que lo rodeaba.
No supo cómo, pero las horas se deslizaron fugazmente por las manecillas del reloj. Su ritual se vio interrumpido por la alarma del segundo despertador, el cual sufrió, acompañado con un rugido de furia, el mismo castigo que el primero.
Con la respiración acelerada y el corazón luchando por escapar de ese pecho lleno de odio, Julián se vistió apresurada pero impecablemente, incluso estrenó un par de zapatos que le habían regalado en su cumpleaños pero no había tenido oportunidad de usarlos.
Julián salió de su casa preparado para, en el peor de los casos, irse al mismo infierno con todo el planeta.

Capítulo 7 "Comillas"

El pie de Julián pisaba la última baldosa de la banqueta que llegaba hasta la escuela cuando el timbre de la salida a esas horas resonó por todos lados. Incluso después de que acabara el estruendo, las grandes puertas de metal siguieron vibrando hasta que las abrieron.
De nuevo la marea de gente incógnita y sin importancia salió cual grupo de antílopes huyendo del león institucional.
Pero la más hermosa de todos los antílopes resaltaba entre esa masa de mediocridad. Todo era nada a su alrededor. Ella se robaba los colores, la vida, la atención de todos los que la rodeaban, especialmente de Julián.
Caminó hacia ella, preparó el bolígrafo dentro de su bolsillo listo para lanzarlo al vacío de la calle.
El cielo tronó, las nubes sudaron de tensión ante lo que estaba a punto de ocurrir.
Julián soltó el bolígrafo demasiado deprisa, volteó al piso en donde el objeto sufría el maltrato de los pies ajenos. Hesitó durante cruciales segundos, lanzarse por el bolígrafo y llevar a cabo el plan tal y como lo había planeado o atreverse a improvisar y probar su suerte.
Pero fue demasiado tiempo, ella escuchó su nombre a lo lejos, como el rugido del dragón antes de devorar a la doncella, e, hipnotizada por el llamado, se deslizó hacia la calle, apareciéndose en el parque donde se esfumaba cada día.
Y allí fue donde Julián encontró al demonio.
El diablo envolvió a Julia en llamas, le arrancó la boca de un mordisco y, encajándole las garras en la carne, se la llevó a través del parque, dejando en agonía todo lo que pasaba cerca de él.
Julián cayó de rodillas, ya no había nadie que pudiera ocultarlo de aquel testigo invisible que se burlaba de él.
Rozó su rostro con los mismos dedos con los que había rozado su tibia piel hacia menos de cuatro horas.
El cielo explotó.

Capítulo 6 "Capítulo 7"

Lluvia – Precipitación de agua en forma de gotas.
Así como Julián se lanzó precipitadamente hacia el encuentro con ella, las gotas caían precipitadamente sobre su cabeza.
Quería verla antes mucho más cerca hoy, incluso se arriesgaría a tocarla, aunque fuera un solo roce. Quería sentir su cuerpo tan solo un segundo.
Si tan solo no hubiera decidido verla hoy, si tan solo se le hubiera hecho tarde. O si tan solo ella faltara a su clase de francés por primera vez en todo el curso.
Pero este no era el caso, y ese día estaba predestinado a afectar la vida de las personas de esta historia, así como las nubes grises predestinaban un aguacero.
Así, con la precipitación sobre el precipitado Julián, la precipitada trama avanzaba precipitadamente hacia el precipicio.