miércoles, 12 de octubre de 2011

Capítulo 5 "Escena Dramática"

Nunca le había importado mucho el aspecto de su escuela. En realidad nunca se había fijado muy bien en las paredes que lo habían rodeado una gran parte de su vida hasta ese momento.
Sentado en su pupitre, Julián ahora miraba las puertas de su escuela desde la ventana del salón.
Había leído de una escuela la cual tenía sobre la entrada dos grandes palabras metal, en gris y en latín.
“MEMENTO MORI” decían las dos palabras sobre la entrada de esa escuela, y a Julián le hubiera gustado que las mismas palabras estuvieran grabadas por todas las paredes de su escuela. Al menos servirían como recordatorio.
Fue durante un ligero descanso cuando pudo llevar a cabo su deseo de ese día. Pasó a un lado de ella y dejó caer su bolígrafo.
Ella se agachó a recogerlo y lo llamó por su nombre. Pero Julián ya había volteado, fingiendo extrema preocupación por su pluma.
Con un suave y casi danzante movimiento de mano, ella le tendió el objeto. Julián saboreó los segundos mientras alcanzaba la pluma y, en una eternidad momentánea, los dedos de ambos re rozaron, descargando en Julián un relámpago que le recorrió la columna.
Pero ella soltó el objeto e, inocente e ingenua del huracán que se desataba a su alrededor, sonrió dulcemente.
-Gracias- fue todo lo que Julián logró articular sin desmayarse, para retirarse corriendo a alguno de los rincones oscuros de la escuela, en un éxtasis casi criminal.
No había necesidad de foto alguna ese día, puede que ni siquiera por ese mes. El roce de sus dedos había cambiado todo.
Las horas se volvieron instantes, Julián oyó el timbre de salida y se desvaneció entre la multitud.

Encerrado en su habitación, Julián se retorcía de alegría. Sonría y bailaba por todo su cuarto. Era el ser más feliz de todo este amargo planeta, y no necesitaba más.
Pero quería más.
Cuando el segundo despertador soltó su alarma, Julián cayó de nuevo a la realidad. Tomó su abrigo y salió a la calle, no iba a dejar pasar la oportunidad de verla de nuevo, Y puede que hasta lograra acercársele y aplicar el mismo truco del bolígrafo de nuevo.
Nuestro pequeño maestro de planes salió hacia la realidad con ilusiones en su corazón. Malo para él no saber que esa es la peor forma de enfrentarte al mundo exterior.